El
cine es para mi mucho más que imágenes en movimiento. No puedo decir que sea
una forma de vida pero si es una parte muy importante de la misma. No puedo
recordar cual fue mi primer contacto con él pero si recuerdo las tardes de los
fines de semana donde acudía con mi familia a ver las películas animadas de
Disney al actual Teatro Hipódromo-Condesa, el cual antes era un cine, que fue
testigo mudo de esas memorias fílmicas de un león que cantaba, una sirena que
deseaba ser humana, del mago que se le aparecía a una familia de varios
miembros, etc.
Al
ir creciendo esas historias de cuentos infantil se fueron mezclando con las de
ciencia ficción, la de aventuras, la acción y las risas que pueden contener los
diversos géneros. Conocí a también la historia del cine, que antes de que se convirtiera
en lo que vi, que era silente y más una atracción de feria que un vehículo para
contar historias. Vi las películas de Murnau, de Méliès, de Lugosi, de Chaplin
(al que dicho sea de paso es uno de mis grandes ídolos) y me di cuenta de que
todos ellos han participado en la evolución de este medio. Me encanta el hecho
de que Chaplin era una persona que supo aprovechar ese medio primero para hacer
reír y, cuando se dio cuenta de la importancia del cine como liberador de ideas
o de propagación de historias, expresar su sentir sobre su entorno y mediante
la comedia sin palabras expresar y hacer sentir al público sus reflexiones y
emociones.
Después
el cine entrada a las innovaciones tecnológicas siendo el sonido la primera de
ellas, iniciaron los géneros musicales, muy importantes para explotar el nuevo
juguete de los realizadores. Muchos empezaron a ver la obra de otros
innovadores y experimentaron con el maquillaje, los procesos de montaje de
fotografías o escenarios, la ventana que nos podía dar esa pantalla de retratar
mundos o situaciones que de otra forma sería imposible de visitar o visualizar.
Nos llevaron a galaxias lejanas, nos visitaron extraterrestres, vivimos en la
selva, nos atacaron los zombis (así se escribe en español), las momias, los
vampiros y aquellos cuentos que desde el folclore popular se convirtieron en
grandes mitos universales.
Hoy,
el cine ha perdido un poco su esencia y ha abandonado sus orígenes, que era
contar historias, y los ha cambiado por grandes espectáculos llenos de
artificialidad o historias sin sentido que lo que buscan es mostrar la
evolución de la tecnología. Grandes clásicos han sido recontados en aras de
darlos a conocer a una nueva audiencia que no cree en el cine mudo o en el cine
que privilegiaba la historia sobre lo artificial. Sin embargo de vez en cuanto
aparecen ciertas joyas que nos recuerdan que el cine es más que pagar un boleto
o comprar una palomitas o la sala oscura que nos deja estar con la pareja.
Esta
entrada no pretende ser una historia de cine ni mucho menos de clasificarlo o
exponer sus debilidades, solo es una entrada que habla de cómo he sentido al
mismo durante toda mi vida y que ahora cuando llevo a mis hijos y los veo emocionarse
con las historias, salir jugando a lo que vieron y hasta llorar por el destino
de un personaje no puedo evitar el verme a mi mismo salir de esa sala del cine y
recordar por que el cine tiene ese algo que me enganchó desde un principio y que
no tiene ganas de soltarme sin importar el formato en el que se vea. Lo
importante no es el 3D, no los efectos ni si es en una gran pantalla o en la comodidad
de mi casa... lo importante siempre serán las historias… como esta.
Saludos
a todos.
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