Tres
noches.
Tres
noches en las que el mismo sueño pareciera continuar. Un día estoy cerca y
parece que conozco más a esa persona. En el día siguiente nos acercamos más y
me atrevo a confesar que me gusta. Al final del tercer día pareciera que nos
conocemos de años y nuestros cuerpos se funden en uno solo.
Lo
extraño del sueño es que casi puedo sentirlo, el tacto y el olfato juegan con
mis otros sentidos y lo hacen parecer real, podría jurar que lo es hasta que la
alarma del reloj me regresa a la realidad. Será que el sueño quiere decirme
algo, será que mi vida puede estar incompleta sin esa persona o que simplemente
el día a día la ha fijado en mi mente.
Aún
con estas preguntas me levanto y comienzo a arreglarme para el trabajo, pero el
bienestar no se fue con el sueño, todo continua tal y como su hubiera sucedido,
como si el sueño fuera parte de la realidad o estuviera viviendo el sueño.
Mientras conduzco hacia el trabajo las preguntas siguen llegando, le diré,
habrá soñado lo mismo, ya estoy despierto o me encuentro en otra realidad, por
qué sigo soñando lo mismo.
No
trabajamos ni siquiera en el mismo edificio pero compartimos un comedor común
entre nuestras corporaciones. Al verla entrar el aroma de su perfume comienza a
recordarme el sueño, lo transforma en un recuerdo tan nítido que me hace dudar
de la realidad misma o de la naturaleza de los sueños. Jamás hemos cruzado
palabra o al menos nunca en la realidad pero al encontrarse nuestras miradas
ambos reaccionamos igual, como si fuéramos ya una pareja de años y nos estemos
saludando después de días de no vernos. Sin embargo nada cambia, nuestra rutina
es igual, ambos nos mantenemos en nuestros respectivos lugares compartiendo
nuestra realidad con los compañeros del trabajo.
Al
salir de la oficina su marido está esperándola como todas las tardes pero está
vez se acerca a mi, se acerca a mi me dice su nombre mientras besa mi mejilla y
me dice que espera verme esta noche que quizá en nuestra realidad seamos unos
completos extraños pero que no puede ignorar los sueños. Se aleja, saluda a su
marido y sube a su coche como todas las tardes.
Al
regresar a casa voy más rápido de lo normal, intento entender un poco que es lo
que sucede, de cómo puede ser posible que dos completos extraños que a penas se
conocen de vista compartan el mismo sueño, de que pese a que una tiene una vida
y una familia pueda soñar con otra completamente diferente, de que en mis
sueños mi relación con ella sea más completa de las que he tenido en mi vida.
Busco distraerme para no pensar en ello, busco algo que leer para que a mi
mente se le olvide el sueño, para que esté concentrada en otra cosa y no se
convierta en una obsesión, pero al mismo tiempo no quiero dejar de soñar. No
quiero dejar esa vida, no quiero abandonar ese sueño. Me recuesto y cierro los
ojos.
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